Editorial n°10

Equipo Editorial
Revista de Educación de Adultos y Procesos Formativos
Facultad de Ciencias de la Educación,  Universidad de Playa Ancha, Chile.

 

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Las dificultades para editar, no sólo ésta sino cualquier revista, son múltiples pero desconocidas. En cada artículo que aparece publicado sus autores reciben el legítimo reconocimiento de sus derechos de autoría. Luego, las menciones a dicha obra continúan resonando en las referencias y currículos propios del circuito de circulación que origina y lee estas publicaciones. Sin embargo, fuera del inobjetable mérito que se le adjudica a esos nombres propios, cada investigador o intelectual que escriba, es complementado  potenciado por el trabajo, no menos meritorio, de un equipo y una red que los pone en movimiento. Una red de pares que deben aspirar siempre al trabajo articulado.

Sea este un reconocimiento de esta revista hecha por educadores/as para educadores/as que, como ya lo advertimos, leen, trabajan y escriben, pero también revisan y editan ideas, palabras, aseveraciones, textos y discursos. Es al trabajo noble y poco manifiesto de pulir y echar a la vida social un texto, al que reconocemos en este Editorial de nuestro N°10. Número que, como suele pasar, ha merecido un arduo esfuerzo. Esmero que se complica a la hora de representar a una comunidad donde las producciones académicas  son escasas y a veces muy nóveles. Sea este también un reconocimiento para nuestros autores que indagan, desestructuran y sistematizan sus experiencias e intuiciones vocacionales, para dar “categoría y régimen” – como decía a Pablo De Rokha – a una modalidad que se asume comúnmente como subsidiaria del sistema regular. Hablamos de nuestra querida educación/jóvenes/adultos. (acudimos al slash o barra oblicua para soslayar el debate preposicional-epistémico del “de”, “para” o “entre” adultos).

El anterior desafío de escribir y editar nuestro saber y experiencia de formadores/as de adultos, vuelve  a  poner en perspectiva una tensión solapada en la cultura docente. El debate entre repetir lo sabido y la necesidad de ser autónomos, en consecuencia, creativos; dilema que encuentra sentido en el desequilibrio favorable a la opción menos cómoda. Cada palabra puesta acá esta en post de la innovación pedagógica, del aprendizaje situado, de la evaluación y la valoración auténtica y un etcétera puesto al servicio no de la Educación para Jóvenes y Adultos (EPJA) tradicional que remediaba lo que no se supo contener en los límites de la escuela de niños y adolescentes,  sino de aquella que está por venir, aquella que aún no toma absoluta forma pero que amalgamamos en nuestro trabajo cotidiano y que nos esperanzamos en consolidar con trabajo colaborativo, transdisciplinar y rizomático.  Esa nueva EPJA “por venir” no solo necesita ser escrita sino también editada.

En poco días más nuestro país entra de lleno a un Proceso Constituyente. La EPJA como cualquier  modalidad educativa, pero por sobre todo por lo que implica en sí misma, debe ser una educación en derechos. Vivienda, salud y, por su puesto, educación son condiciones insoslayables para una vida digna. Son  partes de las demandas ciudadanas que los profesores/as debemos trabajar como insumos con un sentido crítico y fuertemente ético; pero no son suficientes para el “buen vivir” que todo  buen educador/a debe propiciar a través de la cultura, las arte, la ciencia, el trabajo y la comunicación. Es el momento también de escribir y editar nuestros anhelos de justicia y equidad en ese nuevo proceso formativo que iniciamos como país. Los problemas reales de nuestra comunidad nacional son los mismos que teníamos en nuestras aulas y siguen siéndolo en este contexto de pandemia. ¿Por qué no aspirar a ofrecer preguntas como también algunas respuestas en todo proceso formativo? La comunidad por venir necesita de la EPJA para la justica y la paz.