Editorial n°9
Equipo Editorial
Revista de Educación de Adultos y Procesos Formativos
Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Playa Ancha, Chile.
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Los tiempos que corren, al igual como se ha dicho en tantas otras épocas, son tiempo difíciles, complejos y desafiantes. Ante todas las imágenes que nos asaltan casi no vale la pena remarcarlo. La diferencia tal vez sea que aquel fenómeno que nuestra conciencia llama realidad, se arma y desarma a una velocidad más perceptible para el pensamiento menos preocupado de estas cavilaciones.
Me explico, sabemos que nadie tiene mucho tiempo para detenerse y mirar. Observar aquello que hay entre un momento y otro. De bucear al menos sobre la superficie, dilucidando los intersticios por donde se filtra la luz. Un buceo táctico en la orilla de la playa que nos permita hallar piedras preciosas entre los vidrios pulidos por la violencia de las olas temporales. Pero hay algunos oficios que están compuestos de esa necesidad. Hay vocaciones que lo permiten y requieren observar. Trabajos que nos acarician la existencia con ese momento que para el resto es casi un lujo: detenerse, mirar, pensar y decir lo que hacemos. Ya hemos dicho antes que esta revista, por ejemplo, es un momento del trabajo de los profesores.
Todo lo anterior nos condiciona como educadores a un costo ético, el deber de enseñar está por sobre nuestras circunstancias y posiciones. No desde la indiferencia ni neutralidad, sino desde la trascendencia que el acto educativo y el aprendizaje implican. Es deber a realizar, en tanto privilegio moderno, el acto simultaneo de mirar y pensar en el tiempo y los seres dentro de él…
Hace unos días atrás comentábamos en el equipo editor de esta revista, un reportaje con el que se relevaba la experiencia de gestión y apertura de una escuela situada en la zona sur de Santiago de Chile, caracterizada como vulnerable y desventajosa: la Escuela Básica y Especial Novomar.[1] Junto a la realidad educativa presentada, nos llamó la atención el lenguaje filosófico propio de una especie de fenomenología francesa de la segunda mitad del siglo xx, usada por el autor del texto para dar cuenta de una experiencia educativa donde resuenan las oportunidades creativas por todas partes. En coherencia con la particular lógica del sentido que el autor imprime a su texto e invita a pensar, sostenemos que estas convergencias entre el observador y lo observado no son coincidencias sino agenciamientos o encuentros que acontecen ente una mirada reeducada y una escuela reeducándose.
El Aprendizaje Nómada (AN) es una comprensión del fenómeno educativo que proviene de una matriz de pensamiento complejo, que busca recuperar para los aprendizajes la totalidad de la realidad y sus flujos. El AN plantea acciones de intensidad disruptiva que obligan a pensar de otra manera. “Lo nómada” no está cómodo en el terreno de la pedagogía tradicional porque la forma de pensamiento de éste no puede renunciar a la voluntad de control. Por eso necesita una matriz de pensamiento que posibilite la emergencia de conceptos, acciones y metodologías propias. Por eso creamos la Matriz de Aprendizaje Nómada (MAN), que permite esas condiciones de posibilidad.[2]
Formas emergentes de nuestra vocación que debemos aprender a enfrentar. Encuentros creativos entre realidades preexistentes que generan una nueva. Para una pedagogía restitutiva, como los es la EPJA, no basta lo bello en algo para que acontezca la belleza, es ésta siempre necesitada de un sujeto capaz de verla. Un ojo/epja/generoso. Un ojo que sepa escapar de las ataduras de nuestros temores y de las condiciones que rigidizan nuestros potenciales y la tan mentada flexibilidad.
Ya no hay opción (quizás a buena hora ya no hay opción). Una vez ya alterado los objetos y sujetos de nuestro trabajo, se hace imperioso el cambiar el ojo y/o el lente con el que se mira. La vida nos da esa maravillosa oportunidad. En la antigua Grecia, había un orden ineludible donde algo se deshace y hace simultáneamente: el tiempo del Aión. Algo siempre deja de ser para dar paso a lo otro. La belleza y la vida se presentan en forma de catástrofe solo para el ego(ismo).
Pensar una EPJA móvil está más allá de las capas sedimentadas del régimen de signos de clientes y servidores. La pedagogía como un acto de amor prescinde de la cobardía. Son estos los momentos de ser valientes y, por extensión, valiosos.
[1] González, Hugolino. “La más audaz aventura de una escuela vulnerable y solidaria en tiempos de pandemia” El Mostrador del 13de junio de 2020. Recuperado de https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2020/06/13/la-mas-audaz-aventura-de-una-escuela-vulnerable-y-solidaria-en-tiempos-de-pandemia/
[2] Ibidem.