Montreal, 14 de junio de 2015

Nosotros/as educadores/as y estudiantes adultos y adultas del mundo y miembros del Consejo Internacional para la Educación de Personas Jóvenes y Adultas, junto con el Foro Mundial de Educación 2015, reafirmamos que la educación durante toda la vida es un bien público, un derecho humano fundamental y una base para garantizar la consecución de todos los demás derechos humanos.

Reafirmamos nuestros compromisos globales y locales y nuestra pasión por la plena realización del derecho a la educación para la paz. Este derecho es necesario para construir el mundo que queremos para todos y todas, jóvenes y personas adultas con independencia de la edad, del género y de las capacidades. Este derecho es la base de un mundo basado en la participación democrática, la justicia, la igualdad, el respeto, el cuidado y la solidaridad entre nuestros pueblos diversos.

El mundo vive una crisis ambiental, socio-cultural y económica muy compleja. Necesitamos nuevos paradigmas para desarrollar políticas y prácticas que permitan a las personas sustentarse y tener una vida digna en un planeta saludable. Necesitamos examinar y enfrentar de manera crítica las acciones y acuerdos sobre el cambio climático de los estados y de las organizaciones económicas. Así mismo, es necesario apoyar a los y las educadoras y a la sociedad civil para sensibilizar a la ciudadanía para que juegue un papel activo para impactar el cambio climático de forma positiva.

En el mundo multicultural en el que vivimos actualmente, la intolerancia y la discriminación debe combatirse a través de políticas y prácticas basadas en objetivos de inclusión, igualdad, equidad y diversidad. 

La crisis económica mundial ha exacerbado la pobreza, reestructurado las relaciones laborales y el mundo del trabajo, y el impacto sobre las mujeres y los grupos desfavorecidos ha sido desastroso. Aunque el sector informal se ha expandido, la mayor parte de las políticas y programas de educación en el lugar de trabajo y de desarrollo de capacidades siguen centrados en el sector formal, en las capacidades de nivel superior y en los empleos fijos, negando oportunidades de aprendizaje, especialmente a las mujeres y a otros grupos marginados. Nosotros/as, los/as educadores/as de personas adultas, seguiremos luchando para promover una visión en la cual el derecho al trabajo decente sea reconocido como un derecho fundamental y donde el derecho a aprender durante toda la vida adulta sea ahora un derecho habilitante esencial para todos y todas.

Esta crisis mundial es, de hecho, también una crisis de la educación, tanto para los/las jóvenes como para las personas adultas y las fuerzas del mercado son dominantes. Para que se pueda cumplir el derecho a la educación a lo largo de la vida, los gobiernos nacionales deben implementar políticas que reconozcan la diversidad de la educación de personas adultas (formal, no formal e informal). Estas políticas deben tomar en cuenta estos objetivos y destinar recursos suficientes para conseguirlos.

Es fundamental darle un nuevo significado a los propósitos y las prácticas de la educación con enfoques humanos y críticos, incluida la educación popular. Debemos abordar el derecho a la educación desde una perspectiva ética, política, social y cultural. Es importante reconocer el rol multidimensional de la educación como necesidad para ejercer el derecho al trabajo y como un medio para el compromiso activo en el seno de la familia, de la comunidad y de la vida cultural y policía/cívica. Por tanto, es de crucial importancia que un amplio rango de los procesos y pedagogías del siglo XXI, incluyendo la formación apropiada, los recursos suficientes y el apoyo necesario para los/as educadores/as, para implicar a un abanico diverso de estudiantes, especialmente aquellas personas marginadas, sin olvidar a las personas mayores y a las personas en prisión.

El derecho de todas las mujeres y de todos los hombres a aprender incluye, pero va mucho más allá del derecho a "leer y escribir". Significa el derecho a cuestionar y analizar, a imaginar y crear, leer el propio mundo y a escribir la historia, y el derecho a utilizar las nuevas tecnologías. Debe ofrecer la posibilidad de seguir aprendiendo a lo largo de nuestra vida con el fin de desarrollar habilidades individuales y colectivas, reconociendo y valorando la educación informal, lo cual contribuye al desarrollo de políticas. La educación para el desarrollo sostenible es por tanto esencial para el futuro.

Apoyamos el Objetivo de Desarrollo Sostenible sobe educación (ODS4) propuesto, sus metas y sus medios de implementación. Instamos a la Tercera Conferencia Internacional para la Financiación del Desarrollo (Julio 2015, Addis Abeba) y la Cumbre de NNUU sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015 (Septiembre 2015, Nueva York) a afirmar el apoyo a esta agenda de educación en su totalidad y que se de la prioridad necesaria al derecho universal a la alfabetización y la educación de personas adultas. Para llevar a cabo esta agenda de educación, la responsabilidad fundamental es la de los gobiernos y que exista una ciudadanía que tenga el derecho a participar activamente en los procesos de toma de decisión. Vamos a monitorear y seguir los marcos jurídicos y políticos, ampliando la visión restringida actual de la educación de personas jóvenes y adultas, y exigiremos  la rendición de cuentas y la transparencia.

Creemos en "un mundo en el que valga la pena vivir", y un mundo en el que valga la pena vivir es un mundo en el que todas las mujeres y todos los hombres pueden vivir con dignidad. “Un mundo en el que valga la pena vivir” es un planeta consciente de su fragilidad, consciente de la necesidad de cambiar sus formas de vida, y que esté listo para actuar. Es un mundo en el que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es válida para todos los hombres y todas las mujeres con independencia de sus circunstancias. Un “mundo en el que valga la pena vivir” es en un mundo multicultural cuya riqueza reside en su diversidad. Es un mundo en el que el acceso universal a la educación inclusiva de calidad es un derecho básico y una dimensión esencial de la educación durante toda la vida para todos y todas.

Para conseguir un mundo de aprendizaje necesitamos una sociedad civil activa con participación creativa. La tarea que el ICAE y sus redes tienen por delante es garantizar que estos objetivos se traduzcan en políticas y prácticas regionales y locales, trabajando en colaboración con las organizaciones regionales y nacionales de la sociedad civil y los socios aliados en el gobierno, los organismos intergubernamentales y los sectores sociales y privados. Estas tareas requieren la capacitación con las organizaciones de la sociedad civil y dentro de ellas para que estas organizaciones puedan garantizar la contextualización, la implementación, el monitoreo y el logro de estos objetivos. Al mismo tiempo, el ICAE deberá mejorar su propia capacidad para contribuir a la voz global que se nutre de las ricas experiencias y los diversos desafíos de contexto de sus miembros y redes.

ICAE tiene el desafío de convertirse en un movimiento educativo con una visión clara y que trabaja para garantizar que el derecho humano fundamental a la educación para personas jóvenes y adultas se haga realidad. ICAE trabajará de forma estratégica junto a otros movimientos sociales cuyos fines se dirigen a asegurar el cumplimiento de los derechos humanos.

Nosotros/as, en el Consejo Internacional para la Educación de Personas Jóvenes y Adultas, reafirmamos nuestra determinación colectiva de actuar y garantizar que el derecho a la educación y el aprendizaje a lo largo de toda la vida, a lo ancho de la vida y en lo profundo de la vida, sea reconocido públicamente y se convierta en una herramienta permanente para el empoderamiento de todas las mujeres y de todos los hombres en todo el planeta.